La incidencia del cáncer de piel se ha incrementado en todo el mundo en las dos últimas décadas. En el caso de España, se ha producido un incremento de un 10% anual, aumentando un 38 por ciento en los últimos cuatro años.
Los días de vacaciones nos invitan a pasar más tiempo al aire libre, sobre todo en las zonas de costa, y a exponernos de manera excesiva al sol. El perfil de los afectados está cambiando, ya que el melanoma ha aumentado entre la población más joven, independientemente de sus características físicas, debido a que estar moreno se considera sinónimo de belleza en la sociedad actual. Con motivo del Día Europeo de la Prevención del Cáncer de Piel entrevistamos a Leonor Prieto, Directora Científica de los Laboratorios La Roche-Posay.
El número de nuevos casos de cáncer de piel en España ha aumentado constantemente en los últimos años. ¿A qué cree que se debe este fenómeno? ¿Considera que hay la suficiente educación dermatológica?
Está claro que siempre hay múltiples factores, pero uno de los más importantes e implicados es que, aunque conocemos cada vez mejor los riesgos del sol, seguimos sobreexponiéndonos, y no utilizamos adecuadamente las medidas de fotoprotección (protegernos físicamente con ropa, gorras, gafas, aplicarnos el fotoprotector adecuadamente y reaplicarlo a lo largo de la exposición…).
Cada vez hay más información y tanto los dermatólogos como otros profesionales de la salud dedican mucho esfuerzo a la concienciación, pero lo más difícil del ser humano es cambiar los hábitos que ha adquirido, y nuestro país tiene mucha cultura de sol, así como la sociedad occidental. Aunque nos digan que en el Siglo XXI el tono claro de la piel es “salud”, que envejece menos y que tendremos menos riesgo de cáncer, en lo más profundo de nuestro pensamiento sigue el arraigo de que el tono “moreno” nos favorece más. Como decía Unamuno “los conocimientos se tienen, pero en las creencias se está”. Aún nos queda camino por recorrer, lo importante es no desesperar y pensar que algún día llegaremos a cambiar esta creencia.
Aunque parece que la población está cada vez más concienciada de los riesgos de exponerse al sol sin protección, en piscinas y playas todavía se ve a muchas personas que permanecen al sol durante horas de riesgo y sin tomar las oportunas medidas de protección, ¿Se puede hacer algo para que la gente tome conciencia de lo realmente peligroso que puede llegar a ser ese comportamiento? ¿Qué mensaje les lanzaría a estas personas?
Se hacen muchas cosas: campañas de prevención primaria (información de los riesgos y cómo prevenirlos), de prevención secundaria (campaña del Euromelanoma: análisis de piel y despistaje de lunares, por dermatólogos / campañas en playas, zonas deportivas…). Pero cambiar los hábitos es una tarea ardua y lenta. Lo más importante es no bajar la guardia y seguir año tras año con estas campañas. Estoy segura de que si no existieran, la incidencia de cáncer de piel sería mucho más alarmante.
Mi mensaje es claro, la piel es como los muros de nuestra casa: nos protege del frío, del calor, del sol, guarda nuestras pertenencias más queridas… La diferencia es que podemos cambiar de casa, pero no de piel. Nos ha de durar toda la vida en perfectas condiciones. Si no se nos ocurriría incendiar nuestra casa… ¿por qué nos empeñamos en quemarnos la piel?
Además de evitar exponerse al sol sin la protección adecuada en las horas de mayor radiación (12-16 h.), ¿Hay alguna otra medida que podamos tomar para prevenir el cáncer de piel?
– Protección física: uso de camisetas, gorras o sombreros de ala ancha, gafas homologadas, sombra o sombrilla cuando nos exponemos a irradiaciones intensas y prolongadas.
– Protección solar: uso de una crema hidratante con factor de protección de amplio espectro diariamente durante todo el año y un fotoprotector adaptado cuando nos exponemos a sol intenso (mar, nieve, montaña, senderismo, deportes al aire libre…)
– Usar protección solar todo el año, ya que hoy día encontramos productos que se adaptan a cada actividad.
– Imprescindible: hacer una revisión periódica de nuestros lunares y acudir al dermatólogo al menos una vez al año para que el especialista de la piel controle nuestros lunares o su posible evolución. El 90% de los cánceres de piel pueden curarse si son detectados a tiempo.
¿Cuáles son los factores de riesgo que pueden influir a la hora de padecer cáncer de piel?
Los principales factores de riesgo serían:
– Antecedentes familiares: existe una predisposición genética en algunas personas.
– Presencia de muchos “lunares atípicos” (más de 50 nevus atípicos multiplica por 3 el riesgo), aunque el 75% de los casos de melanoma aparecen sin una presencia previa de un lunar.
– Fototipo: el color de la piel, los ojos y el cabello, así como la capacidad de quemarse o broncearse al sol es lo que configura nuestro “fototipo”. Cuanto más claros somos y más nos quemamos (fototipos bajos) más riesgo existe.
– Haber sido diagnosticado anteriormente de otro melanoma: haber tenido ya un melanoma multiplica por 70 el riesgo de tener uno nuevo.
– Exposiciones muy intensas e intermitentes al sol, durante un número determinado de días, muy típico del comportamiento vacacional de muchas personas.
– Y sobre todo, exponerse al sol sin un fotoprotector adecuado, aplicar poca cantidad del mismo o no reaplicarlo adecuadamente.
¿Qué consejos daría a la población para cuidar la piel frente al sol, especialmente ahora que llega el verano?
Hacer exposiciones progresivas y cortas, siempre aplicando un fotoprotector de amplio espectro y de calidad garantizada y reaplicándolo adecuadamente.
Hacer uso de la ropa y la sombra en momentos de mayor radiación
Extremar estas precauciones en los niños, ya que su piel absorbe más radiación y sus hábitos al sol son diferentes (más tiempo en el agua, en la arena…)
En adultos, complementar el uso de una crema solar con un nutricosmético solar específico que aumente las defensas frente al sol.
¿Cree que la gente está lo suficientemente concienciada de la importancia del uso de fotoprotectores? ¿Qué recomendaciones les daría de cara a su uso?
Creo que cada vez estamos más informados, pero que todavía nos sigue pareciendo una “obligación” ponernos un fotoprotector. Hemos de integrarlo en nuestro estilo de vida, como una experiencia placentera, gratificante y además saludable. Todo lo que hay que hacer porque es obligatorio, porque si no tendremos consecuencias negativas, nos cuesta. Hay que pensar en positivo: “si me protejo tendré una piel envidiable, sin tantas manchas o arrugas”, “me miraré al espejo y me devolverá una imagen estupenda y me sentiré mejor”.
La recomendación: primero buscar un producto de calidad, eficacia y tolerancia demostrada, con una protección adecuada a nuestro fototipo y la actividad que vamos a realizar. Muy importante: que su textura se adapte a mis gustos. Es lo primordial para que usarlo sea un momento de cuidado y de placer y no de obligación.
Importante: una adecuada aplicación. El mayor daño solar se produce en las tres primeras horas de exposición al sol.
Mi recomendación es aplicar el producto de forma homogénea media hora antes de la exposición. Reaplicar de nuevo cuando llegamos al lugar de exposición: estas dos capas son “vitales” para conseguir la protección óptima. Luego reaplicar cada 2 horas o después de baños prolongados. Ser tacaños con la cantidad de producto tiene consecuencias más costosas y, sobre todo, más graves. Por tanto, “ser generosos”, como todo en la vida, es lo mejor.
¿Cómo podemos diferenciar entre un producto de protección solar de calidad de uno que no lo es?
Realmente, es difícil, ya que dos productos aparentemente similares (con el mismo número de factor de protección, con las mismas indicaciones) pueden ser muy diferentes. Mis 30 años de dedicación a la dermocosmética me indican lo difícil que es, y más hoy día, donde todo el mundo opina, la mayor parte de las veces sin evidencia científica.
Las características fundamentales: protección de “amplio espectro”, es decir que cubra adecuadamente todas las radiaciones ultravioletas, que hoy día sabemos que son los artífices del cáncer de piel. Idealmente que nos indique la protección frente a los UVB y los UVA. Que sea fotoestable (que su protección no se degrade con la exposición al sol y se mantenga entre aplicación y aplicación), que la textura se adapte a nuestra piel o gustos, sin comprometer la protección solar. Que tenga estudios clínicos rigurosos que avalen su eficacia y su tolerancia. Yo iría más allá y diría que a la hora de elegir un producto también es importante que tenga un “compromiso con la salud”, es decir, que invierta en la investigación en el cáncer, que forme a los profesionales, que eduque a la población, que trabaje en esa concienciación de la que hablamos. Evaluar todo esto no es fácil, y como se trata de salud, sin menospreciar a excelentes profesionales de todos los campos, creo que también a la hora de buscar consejo y asesoramiento, los profesionales de la salud pueden resolver muchas dudas y aclarar muchos conceptos.