No hace todavía una semana desde que nos dejó nuestro querido “Carmona” sin previo aviso, sin intuir de ninguna de las maneras que su vida se iba a extinguir de una forma tan repentina y brutal, causando un hondo vacío que todos sentimos y seguiremos sintiendo por muchos años que pasen en nuestro Instituto Médico Miramar, en el que tanta huella dejó.
Nuestro amigo y compañero José Antonio era una persona carismática como pocas, trasmitía amabilidad, bondad, seguridad y convicción, tanto a sus compañeros y colegas, nosotros, como a sus pacientes, a los que respetaba como pocos, a lo largo de su amplia y satisfactoria trayectoria profesional. No se limitaba únicamente a administrar anestesia o sedación a los pacientes en nuestros procedimientos, hacía algo más que en nuestra propia jerga denominábamos “carmonización”, que no era ni mas ni menos que la realización de técnicas anestésicas y de manejo de pacientes que él aplicaba antes de los procedimientos, durante y después de los mismos, buscando siempre la excelencia en la atención integral al paciente en todas estas etapas, y una máxima confortabilidad y seguridad del mismo en todos los procedimientos en los que él intervenía, haciendo a los pacientes “suyos”, aun en momentos en los que no le correspondía serlo. Es por ello, seguramente la razón, de porqué hemos recibido tantas y tantas condolencias de pacientes a los que él había tratado con su particular forma de entender su especialidad.
Ya no veremos más a nuestro querido José Antonio, entrando en la clínica con su sombrero “Panamá” siempre bromeando y sonriente, con su espíritu positivo ante la vida y ante la medicina, siempre dando ánimos y tranquilizando a los pacientes y a sus compañeros en el quehacer diario, enseñando a hacer fácil lo difícil en el ejercicio de su labor diaria. Fue inquieto como nadie, ya que además de su labor como Anestesiólogo e Intensivista no dudo en formarse de forma muy comprometida y responsable en Acupuntura Médica, consiguiendo combinar esta interesante disciplina con su buen hacer cotidiano personal.
Podría contar tantas anécdotas de nuestro amigo José Antonio, tanto en lo personal como en lo profesional, que me faltaría papel y tiempo para ello, pero en resumen, todas las personas que hemos tenido la suerte de disfrutar de él y de su carisma vamos a echar mucho de menos su optimismo, su buen hacer, su simpatía, su comprensión, su forma de entender la medicina y su profesión, y sobre todo, vamos a echar de menos sus consejos y su calidad humana.
Querido José Antonio, siempre estarás en nuestros corazones y nunca te olvidaremos.
Dr. Fernando Urdiales Gálvez y todos los compañeros de Instituto Médico Miramar.